Reconocimientos

PREMIO NACIONAL A LA MEJOR MASCARA TRADICIONAL, Lima 1990

En 1990, Ayacucho vivía una violencia aterradora por el accionar del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (SL) y por la respuesta violenta del Estado Peruano. Ambos dejaban como resultado decenas de miles de muertos y desaparecidos, víctimas de torturas, secuestros y otras formas de violación de los derechos humanos. Los de SL cometían sus actos criminales ocultando sus rostros con los gorros llamados pasamontañas. De igual manera, los grupos antisubversivos utilizaban las pasamontañas de color negro y moteaban sus caras de rojo, verde y negro, sembraban el miedo. Daban el aspecto de otra cara y la población los miraba con el rostro atormentado. «En este entonces», se requerda Edilberto Jiménez, «en medio de la violencia vi muchos rostros. El terror del conflicto armado me proporcionaba muchas caras.»

«… hice el rostro del más debilitado por el tiempo, lleno de sufrimientos, ya de lágrimas desgastadas que no podían entender la barbarie de la violencia …»

«Cuidadosamente saque su piel del perrito que yacía ya muerto a lado de un barranco. Luego en una arcilla hice el rostro del más debilitado por el tiempo, lleno de sufrimientos, ya de lágrimas desgastadas que no podían entender la barbarie de la violencia y quedaban desamparados al perder a su seres  queridos y solo rogaban día y noche al señor Divino. Terminé el trabajo pero el calor del astro rey  es quien hizo finamente las arrugas y los matizó al color humano y su tiempo. Así se formaban las caritas de los ancianitos. En la Bienal de Máscaras de la revista CARETAS mencionaron a los ancianitos como la mejor mascara tradicional.

“Las máscaras presentadas por  él representan las caras de dos ancianos, trabajadas (esculpidas y labradas en realidad) de manera que representan una similitud tal con el rostro humano, que parecerían arrancadas de la propia cara de una persona, aunque conservando rasgos vivos y no  el hieratismo de la muerte…” (Caretas 1990, Nro. 1133:55)

Premiación de Edilberto Jiménez durante la «Bienal de Mascaras» de la revista CARETAS, Lima 1990